miércoles, 13 de agosto de 2008

El acto del perdón

“EL PODER TERAPÉUTICO DEL PERDÓN”

En las últimas dos décadas, psiquiatras y psicólogos de todo el mundo han coincidido en reconocer el poder terapéutico del perdón. El perdón ya no es solo una de tantas actitudes religiosas, sino también y sobre todo un acto eminentemente humano. El perdón está vinculado a la experiencia de las limitaciones propias y ajenas; a lo inevitable de los errores y de la realidad de algunas culpas.

La palabra “Perdón”, pero sobre todo la actitud del perdón, la podemos entender en dos direcciones: La de aprender a pedir perdón y la de saberlo otorgar. Ambas igualmente importantes y necesarias porque van ligadas a la intención de reconciliación y de paz entre los seres humanos.

Decir con autenticidad perdón es dar y recibir libertad, reconciliación y amor. El perdón nos brinda la oportunidad de volver a empezar y de no quedarnos esclavizados en nuestra historia. Perdonar significa comprender al otro, liberarlo y amarlo, actitud que no puede ser improvisada, sino que implica todo un proceso de madurez.

Perdonarse y perdonar es amarse y amar, reconociéndonos más grandes que la culpa y el error. Decirse perdón a uno mismo es saberse humano ubicado, limitado, producto de la elección personal y de ciertas circunstancias, pero ante todo, valioso y bueno.

Decir perdón es renunciar a la culpa que nos sofoca como el auto-castigo que nos imponemos cuando no queremos renunciar a nuestras fantasías de héroe o de intransigente perfección. Es desmontar nuestro narcisismo tomando al mismo tiempo nuestra verdadera estatura humana.

Perdonar es acoger al otro como es, reconociendo que siempre es mayor que sus conductas, liberándolo así de la pesada carga de la culpa. Saber pedir perdón es creer en la bondad del otro y reconocer con honestidad nuestro error. Perdón es una palabra que encierra la magia de dar libertad, fe a uno mismo y al otro.

El resentimiento, el rencor y la venganza estancan el proceso de perdonar. Liberarnos de estos virus es tan importante para la persona perdonada como para la que otorga perdón. La ausencia de esta palabra daña tanto al que no la dice como al que no la escucha. El perdón es reconciliación humana. Aprender a pedir perdón y perdonar es aprender a vivir en lo humano.

Con la intensión bienhechora, comparto con los lectores de “El Cartón de Lagos”, este artículo, que espera una profunda reflexión en torno a las cosas de la vida cotidiana, deja ir de tu vida sucesos que no te agraden, aprende a dar y recibir perdón en tu vida, te aseguro que ésta será más fructífera y agradable.

Lic. Adolfo Zúñiga García.

Azunigag.2@gmail.com

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