jueves, 25 de septiembre de 2008

"Revolución Educativa"

Entre los años 1988 – 1993, la educación de nuestro país, protagonizó la llamada “Revolución Educativa”, misma que pretendía entre otros, de manera principal elevar la calidad de la educación básica, ¿Cómo? – Entre las principales acciones se encuentra la desconcentración de recursos del centro a los gobiernos estatales.

Las políticas educativas instrumentadas por la S. E. P. en los últimos años acentuaron los efectos producidos por la pobreza en el acceso, permanencia y aprovechamiento en el sistema de enseñanza, de tal forma que si la aplicación del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica no se basa en medidas eficaces, tales fenómenos se mantendrán, pues la mera transferencia de recursos no asegura por sí misma la desaparición de los problemas que afectan al sistema.

A cuatro lustros de distancia, es ya posible observar que las condiciones educativas que dieron origen a este movimiento, no nada más no se transformaron, sino que se agravaron a tal grado que en la actualidad son el mayor reto de la historia, pues los índices educativos de aprovechamiento escolar y eficiencia Terminal, son cada vez mucho más lamentables.

En el periódico “Excélsior”, en fecha 27 de mayo de 1992, aparece un artículo de Jaime Labastida, en el mismo se hace un análisis sobre este aspecto de la educación en nuestro país, el cual por su trascendencia, me permito transcribir buscando que quienes estamos interesados en la transformación de la educación pública, tomemos algunos conceptos importantes ahí plasmados.
¡Vaya pues…! Y que cumpla su cometido de encontrar respuestas a los grandes retos educativos que nos envuelven y están deteniendo el desarrollo del conocimiento de todo un pueblo como es el mexicano.


Vuelta al pasado en educación

En una entrevista que, en fecha reciente, publicó la revista “Mundo”. Señalé el que considero el problema central en nuestro país: el fracaso de nuestro sistema educativo. Este fracaso se expresa en el hecho, terrible, de que hemos producido, a lo largo de los últimos decenios, egresados sin capacidad crítica, anestesiados, dispuestos a obedecer. El educando ha sido concebido por nuestro sistema educativo como un débil mental. Perpetuo menor de edad al que los padres y los maestros - , guían, sostienen – o detienen – porque no le conceden la habilidad de pensar por sí mismos, de desarrollarse de manera autónoma.

Esta profunda debilidad de nuestra educación se deriva de un concepto, en ocasiones explícito, pero las más de las veces simplemente implícito, que consiste en suponer que lo esencial en educación es transmitir conocimientos. Por supuesto, esos conocimientos deben estar, dado el desarrollo vertiginoso de la ciencia y la tecnología, actualizados. Por consecuencia, cada cierto número de años, se presenta la inaplazable necesidad de actualizar los conocimientos, o la información, o los contenidos de la enseñanza. Transmitir conocimientos, informar, enseñar, pues, parece la esencia misma de la educación. Si no fuera ese su objetivo, ¿Qué otra cosa podría ser la escuela? - ¿Para qué si no es para esto, fue diseñada la escuela?

Detengámonos un momento frente a estas proposiciones que poseen ya, para nuestra desgracia, el carácter de dogmas, de verdades evidentes de suyo, casi de postulados o de axiomas que ni siquiera necesitan de demostración. Lo que debe en verdad, preocuparnos es precisamente esta idea tan extendida de que lo esencial de la educación consiste en la transmisión de conocimientos de una generación a otra, por supuesto.

Creo que es conveniente situarnos, de entrada, en otro espacio teórico y reconocer que lo esencial de un proceso educativo consiste en su posibilidad para desarrollar en el educando sus más amplias capacidades latentes. Con otras palabras: lo más importante es que el educando sea capaz de descubrir, de interrogar, de generar conocimientos, de poner en duda las supuestas verdades recibidas, de crear, de producir enunciados nuevos. La educación pone en acto lo que el educando posee en potencia, como diría Aristóteles.

La educación nacional entró en crisis y esa crisis cada día es más profunda, a medida que se acentúan los contenidos aparentemente “modernos” de los textos de enseñanza y se carga a los alumnos – “Carga” en el sentido real y figurado, puesto que los hará con varios kilogramos de libros de sabiduría inútil – de un exceso de materias… o de áreas, para el caso da igual.

El resultado, o sea, el producto, por otro nombre el egresado de cualquiera de nuestros ciclos de enseñanza, es un muchacho que se acostumbra a recibir, en el sentido literal del término, los conocimientos ya hechos. Sabe de química, de física, de matemáticas, de biología; por lo tanto, cree saber ciencia. Sabe también de literatura o de pintura; cree también que sabe algo de arte. Y, en efecto, las nociones de matemáticas que recibe se encuentran actualizadas y se le enseña teoría de conjuntos y en el caso del lenguaje recibe las nociones modernas de lingüística estructural.

Este saber de los estudiantes – Y este saber de sus profesores - ¿no es por el contrario, un falso saber? De pronto acuden a mi las palabras viejas por fortuna, con una vejez de veinticinco siglos , las palabras digo, de aquél hombre que se consideraba el impertinente por excelencia El tábano de la ciudad, el que hostigaba las conciencias tranquilas de los atenienses. Sócrates, pues, dijo que la virtud no podía ser enseñada. En rigor, señaló que podían ser transmitidos ciertos conocimientos pero que, con palabras actuales, la ciencia, la filosofía o el arte, no pueden ser enseñados en un sentido radical (…).

Del conjunto del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica me interesa rescatar, por consecuencia, un aspecto, que considero el primordial. Es más, quiero decirlo por adelantado, si este único punto se pusiera en acción, constituiría, por sí solo, la reforma más profunda y duradera del régimen actual y, sin duda, el logro de mayores alcances que el sistema educativo nacional hubiera logrado en más de veinte años de tropezar en las mismas piedras.

Me refiero, por supuesto, a la parte que dice: “El fundamento de la educación básica está constituido por la lectura, la escritura y las matemáticas, habilidades que, asimiladas elemental pero firmemente, permiten seguir aprendiendo durante toda la vida y dan al hombre los soportes racionales para la reflexión.

Sí, pues – pero adviértase bien, si -, el acuerdo traduce en términos operativos este principio, nuestro sistema educativo habrá dado un paso gigantesco en la construcción de educandos que puedan, como decía el poeta César Vallejo, recibirse de hombres.

El principio mencionado contiene la esencia misma de la educación. No pone el acento en los contenidos ni en la transmisión de conocimientos científicos, verdaderos, racionales o modernos. Pone el acento, por lo contrario, en el lenguaje, en el lenguaje como instrumento inseparable de la razón y como la posibilidad de aprender durante toda la vida, es decir, la posibilidad de dudar de todo, de poner en cuestión aquellas verdades que la ciencia considera indiscutibles. .

Si y sólo si ese principio se traduce de modo consecuente en un nuevo sistema de enseñanza – aprendizaje, estaremos en el umbral de una auténtica revolución educativa. Por esta revolución educativa entiendo, qué curioso, la puesta en marcha de los más viejos principios de la educación. Dicho de otra manera: Para avanzar, me parece que, con justicia, el acuerdo propone retroceder. De otro modo aún. El acuerdo propone que, para modernizar nuestra educación se debe volver al pasado. Felicito a los autores de esta idea. Es la primera vez, en años, que se propone algo sensato en el conjunto caótico de la educación nacional.

No quiero detenerme en otros aspectos, obviamente dudosos, que contiene el acuerdo. Señalaré alguno, sin embargo. El principal es el relativo a la transferencia a los gobiernos estatales de los recursos destinados a la educación. Peligro cierto, por el carácter poco ilustrado, digámoslo mediante un eufemismo, de una buena parte, sino de la mayoría de los gobernadores de los estados. Pero, al mismo tiempo que se presenta el peligro de la posible desviación de fondos a fines que no sean estrictamente educativos , se ofrece la inmensa opción de hacer que los estados compitan entre sí por elevar los niveles educativos. El modelo que inspira este aspecto del acuerdo es ciertamente, el estadounidense. Ojalá que en nuestro país también se traduzca en una mayor participación de la sociedad civil y en una mayor vigilancia del uso de los recursos.

Ojalá, por encima de todo, que el principio funcionario fundamental que este Acuerdo contiene se traduzca, insisto, en programas que pongan el énfasis, ¡Cómo antes!, en la lectura y la escritura. Lectura en voz alta, para el disfrute pleno de los valores estéticos de los poemas, luego relatos y los ensayos. Lectura en silencio, para la construcción de una conciencia reflexiva. Escritura, ortografía, carácter poco ilustrado, caligrafía… que permitan el desarrollo de las habilidades motoras más finas de los educandos y que produzca, con el tiempo, personas hábiles para redactar, investigar, escribir… algo más que oficios incomprensibles y ensayos de estudiantes universitarios que lindan con la barbarie.

Si esto se logra, sólo si esta condición (al mismo tiempo necesaria y suficiente) se cumple, acaso en un tiempo corto, de quince o veinte años, nuestra nación volverá a disponer de gente crítica, pensante, que goce el placer del texto. Por este sólo punto, pues, estoy en condiciones de apostar a favor del acuerdo.

Artículo tomado del periódico “Excélsior”, 27 mayo 1992, pp. 1, 10 y 41
Por Jaime Labastida.

jueves, 11 de septiembre de 2008

El origen del mundo.

Cómo evolucionó el hombre y pobló el globo en la Prehistoria.

El hombre ha vivido en la Tierra durante unos dos millones de años, apenas el tiempo de un parpadeo comparado con la historia total del planeta, que se extiende durante un lapso de 4,700 millones de años. Si suponemos que la edad de la tierra, desde su origen hasta el momento presente, equivale a un día, la aparición del hombre se habría producido menos de un minuto antes de que terminara ese día. Sin embargo, el inmenso abismo de tiempo anterior a la aparición del hombre constituye también una parte de la herencia de éste.
Solamente durante los últimos 5,000 años ha dejado el hombre constancia escrita de sus hechos. Aparte de esta pequeña fracción de su existencia total, el único conocimiento que tenemos de su aspecto y manera de vivir se basa en los escasos indicios que nos han llegado: huesos y dientes fósiles, herramientas de piedra, puntas de flecha de pedernal, trozos de vasijas de barro, gravados en las rocas y pinturas en las cavernas.
El trabajo de desenterrar e interpretar las huellas del hombre primitivo representa largos y penosos estudios de arqueólogos y otros expertos. El cuadro que ofrecen sus hallazgos, aunque con frecuencia incompleto, suministra pruebas suficientes del complejo proceso evolutivo que desembocó en la aparición de nuestra especie, el Homo Sapiens, que hoy día puebla el globo.
Nuestros antepasados más antiguos vivían de plantas alimenticias y de la caza, y sólo disponían de instrumentos de piedra para matar sus presas y preparar su sustento. Poco a poco, sin embargo, fueron reduciendo su dependencia de las fuerzas de la naturaleza gracias al pastoreo y al cultivo del suelo. El hombre dio otro gran paso hacia delante cuando aprendió a usar los metales y, con la introducción de esta nueva tecnología, el camino quedó preparado para las realizaciones de la civilización, tal como hoy la conocemos.

Orígenes del mundo.

Mucho antes de que surgieran los primeros antepasados del hombre la tierra que iba a heredar atravesó innumerables fases de desarrollo. Se formó 4,700 millones de años antes, al enfriarse una nube de gases incandescentes, convirtiéndose en un planeta con corteza sólida. Lluvias torrenciales que duraron 60,000 años formaron los océanos, y diversos periodos de gigantesca actividad volcánica modelaron una y otra vez las cordilleras. Transcurrieron millones de años antes de que la vida terrestre surgiera reptando del mar; pasaron otros millones de años hasta que empezó la gran era de los mamíferos de los cuales con el tiempo surgiría el hombre.
Un “caldo” de substancias químicas hizo habitable al planeta.
A mediados del siglo XVII James Ussher, arzobispo de Armagh, en Irlanda, declaró que Dios había creado la tierra en el año 4004 a. de c., asegurando que en la Biblia, se encontraban pruebas de ello. El doctor John Lightfood, vicerrector de la Universidad de Cambridge, añadió un interesante comentario a la teoría del arzobispo. “El hombre fue creado – dijo – el 23 de octubre del año 4004 a. de c., a las nueve de la mañana”.
Las ideas acerca de la creación constituyen una parte importante de la herencia cultural del mundo. El relato bíblico de un Dios que creó los cielos y la tierra en seis días y el séptimo descansó es una de las más arraigadas creencias con que el hombre, en distintas épocas y en diferentes partes del mundo, ha tratado de desentrañar el misterio del origen del planeta.
Ni siquiera los conocimientos científicos de los tiempos modernos han producido unanimidad de criterio acerca del origen exacto de la tierra y del sistema solar. Sin embargo se cree generalmente en la actualidad que el sistema solar empezó siendo una difusa masa de gases y polvo que giraba y se concentraba lentamente por la fuerza de la gravedad. El calor generado por este proceso produjo un pequeño sol que brillaba débilmente en el centro. De este sol se desprendió un disco plano de gases que giraba a su alrededor. En el interior de este disco se concentró el gas formando los planetas, mientras el sol se contraía y calentaba progresivamente. Cerca del Sol, los elementos más pesados se condensaron formando los planetas interiores, como la Tierra; más afuera, los átomos ligeros se condensaron a su vez, dando origen a los planetas exteriores.

Sesenta mil años de lluvia.
Lo más probable es que la Tierra empezara su carrera en forma de una masa de gases a una temperatura de 4.000 grados centígrados., casi igual a la del Sol. Hace unos 4.700 millones de años, se enfrió lo suficiente para que los gases se transformasen en líquidos y entonces, a 1.500 grados centígrados aparecieron por primera vez partículas sólidas de corteza, que flotaban sobre la Tierra en fusión. A 700 grados centígrados, la corteza tenía un espesor de unos 9 kilómetros y el enfriamiento se hizo más pausado. En torno a la tierra flotaba un denso velo de nubes formadas por partículas líquidas, debidas a la condensación de los gases.
Al descender la temperatura empezaron a caer gotas de lluvia. La llovizna no tardó en convertirse en un persistente aguacero que durante 60,000 años colmó los océanos y erosionó las tierras. Debido al agua, la temperatura del planeta descendió gradualmente hasta aproximarse a los veintitantos grados centígrados actuales. Finalmente hace unos 3.000 millones de años, cesaron las lluvias. Pero la tierra, en aquel lejano periodo, todavía no era un lugar habitable. La atmósfera constituida por dióxido de carbono, vapor de agua, metano y amoniaco, no protegía contra los rayos ultravioleta procedentes del Sol. La corteza todavía se curvaba y se plegaba cuando la lava volcánica surgía del interior. No existían plantas que adornasen las rocas desnudas, y los océanos eran simples extensiones de agua salada que ocupaban las depresiones de la tierra.
Sin embargo, estas circunstancias, al parecer poco propicias, contenían el germen de la vida. Cuando las radiaciones y las descargas eléctricas actúan sobre un medio semejante a la primitiva atmósfera terrestre, puede producirse una asombrosa serie de combinaciones químicas. De este modo se sintetizaron aminoácidos, ácido fórmico y urea que durante millones de años se disolvieron y acumularon en el mar, donde formaron un “caldo” de substancias químicas, sumamente complejo, que contenían todo lo necesario para la vida.


El comienzo de la vida
En este caldo de cultivo se combinaron casualmente las substancias químicas, incluidos los primeros ácidos nucleicos y proteínas, hasta formar moléculas complejas capaces de reproducirse. El verdadero comienzo de la vida se produjo cuando grandes cantidades de estas moléculas y otras más simples se combinaron formando diversas estructuras, dentro de una sola unidad capaz de reproducirse: la célula viva. Aquellas primeras células vivas. Como todas las células, estaban protegidas por una membrana a modo de piel. Durante otros 500 millones de años, aquellas células autónomas se dividieron en dos tipos, algas y bacterias, que constituyen respectivamente el origen de las plantas y animales, es decir, de todos los vivientes sobre la tierra.
Cuando las células alcanzaron cierto grado de complejidad, las radiaciones ultravioleta del sol dejaron de ser perjudiciales para la vida. Antes de que la evolución prosiguiese, la atmósfera se transformó por la liberación de oxigeno y la formación de ozono, que impide la filtración de la mayor parte de las radiaciones perniciosas del sol.
Los primeros productores de oxigeno fueron ciertas algas que contenían clorofila, molécula compleja que, por medio de un proceso conocido con el nombre de fotosíntesis, utiliza la luz solar como fuente de energía. La energía así producida convierte el agua y el dióxido de carbono de la atmósfera en azúcares que utilizan las plantas para su crecimiento, y en oxigeno que es devuelto al exterior. Casi todas las plantas obtienen la energía para su desarrollo por la fotosíntesis, a diferencia de los animales que se alimentan con otras formas de vida. Gradualmente el oxigeno empezó a inundar la atmósfera. En la parte más alta, el oxigeno normal se convirtió en ozono, creando una envoltura protectora bajo la cual se multiplicaron las formas de vida.
Las plantas arraigan en tierra.
Hace unos mil quinientos millones de años, los procesos descritos y otros semejantes empezaron a convertir la tierra en un planeta habitable, capaz de sustentar formas más complejas. Hace unos 1.200 millones de años existían organismos de más de una célula, y hace 450 millones de años, las primeras plantas marinas consiguieron arraigar en zonas secas. Unos 100 millones de años más tarde, los animales empezaron a invadir la tierra. La invasión fue dirigida por los anfibios, que empezaron siendo unos peces recubiertos de escamas y con aletas que utilizaban para arrastrarse de charco en charco. Desarrollaron pulmones para respirar y extremidades para arrastrarse; pero todavía necesitaban volver al agua para reproducirse.
A los anfibios siguieron, hace unos 325 millones de años, los primeros reptiles, mucho mejor dotados, tanto por su constitución como por su forma de reproducirse, que proliferaron en los continentes vírgenes, muy aptos para la vida. Además, como los huevos de los reptiles contienen reserva de agua, pueden ser depositados en tierra. En una gran explosión evolutiva se diferenciaron en diversas formas y llenaron los espacios que les fueron propicios. Al mismo tiempo surgieron los insectos: entre ellos las chinches y los escarabajos. El clima en aquel período, era cálido y seco: la mayor parte de la tierra constituía un semidesierto salpicado de oasis y pantanos, que obligo a los anfibios a volver a los mares y favoreció a los reptiles, entre ellos a los dinosaurios. El cielo hace 150 millones de años, era cruzado por pterodáctilos de aspecto correoso, cuyas alas tenían una envergadura que oscilaba entre unos centímetros y siete metros. Por la tierra vagaban los grandes dinosaurios: el brontosaurio, el estegosaurio y el tiranosaurio rex.
Eran estas las mayores y tal vez las más raras criaturas que jamás han existido. Se diría que aquellos colosos fueron dinastías malogradas, aunque deambularon sobre la tierra durante 100 millones de años, es decir, 50 veces más de lo que el hombre ha vivido hasta el presente.
Continentes en movimiento
Mientras acaecía todo esto, la tierra no se hallaba inactiva. Aunque el volumen total del agua de los mares no ha variado mucho, la extensión de los océanos se ha modificado con la sucesión de las épocas glaciales. Los continentes se han movido lentamente sobre el globo, como grandes barcos que flotasen en un jarabe, chocando a veces para producir nuevas cordilleras. Todavía se desplazan aunque con tal lentitud que los aparatos más sensibles apenas logran detectar su movimiento. Pero la geología es más paciente; un desplazamiento anual de media pulgada supone un movimiento de 130 kilómetros en 10 millones de años.
El fin de los dinosaurios
Hace unos 100 millones de años, los grandes reptiles ostentaban la primacía entre todos los vivientes del planeta. Sobrevivía aunque de manera precaria, otro grupo de animales llamados sinápsidos, unos reptiles de sangre fría con mandíbulas y cráneos de mamíferos que surgieron mucho antes que los dinosaurios, pero que aún no habían llegado a su completa evolución. Bruscamente, hace unos 70 millones de años, desaparecieron los dinosaurios; y los sinápsidos, que para entonces habían evolucionado hasta convertirse en los primitivos mamíferos, ocuparon el puesto de aquellos. Los reptiles sobrevivieron en pequeño número y dieron origen a los pájaros. Después de tan larga espera, los mamíferos estaban bien preparados para su importante etapa evolutiva. Eran más dúctiles que los reptiles y se adaptaron a casi todos los ambientes. Para responder a las condiciones más diversas desarrollaron un gran cerebro y dependían mucho tiempo de sus padres; las hembras de los mamíferos eran vivíparas y alimentaban a sus crías hasta que podían valerse por sí mismas.
Muchos de los mamíferos han dejado restos fósiles tan perfectos que permiten seguir su evolución con todo detalle. No así los primates que habitaban en los bosques: en este ambiente sus restos se cubrieron rara vez de sedimentos y dejaron por lo tanto escasos fósiles. Aparte del testimonio fragmentario de un mamífero de aspecto antropoide, llamado Ramapithecus que data de hace 14 millones de años, se abre un paréntesis en esta rama de la evolución hasta la aparición del Australopithecus hace unos 5 millones de años.
Tras las huellas de Darwin
Desde que Darwin escandalizó al mundo con su teoría de que los hombres y los monos tenían un antepasado común, los expertos han ido estudiando en lo posible los 70 millones de años que abarca la evolución del hombre. Primeramente, el grupo de mamíferos que se instaló en los bosques desarrolló miembros apropiados para trepar por los troncos de los árboles y balancearse de rama en rama. Sus extremidades delanteras se hicieron más flexibles que las garras y las zarpas de otros animales, permitiéndoles tomar frutos e insectos que constituían su alimento principal. Estos primates de los bosques se parecían más a las ardillas que a los hombres, y han llegado hasta nuestros tiempos representados por las musarañas, los tarsios y los lemures.
Otra evolución importante diferenció a estas criaturas de los bosques de los demás mamíferos. En tierra, los mamíferos sobrevivían valiéndose únicamente de la vista y del olfato; pero la vida en las copas de los árboles exigía mayor agilidad e inteligencia. En consecuencia, el cerebro de los primates de los bosques empezó a desarrollarse.
Hace unos 40 millones de años apareció una especie de primates que podían considerarse como los antepasados comunes de los grandes monos y los hombres de la teoría darwiniana. Un grupo de estos primates siguió habitando los bosques y de ellos descienden los diversos monos y chimpancés actuales. Pero otro grupo comenzó, hace unos 20 millones de años, a descender de los árboles – tal vez en la época en que los bosques disminuían y abundaban los alimentos a ras del suelo – y a vivir en campo abierto, más allá de las lindes de los bosques. A través de millones de años aquellas criaturas empezaron a caminar erectas; sus miembros posteriores se convirtieron en pies, mientras que los delanteros se transformaron en sensibles órganos táctiles, capaces de manipular objetos como palos y piedras en provecho propio.
África, probable cuna del hombre
Como las primeras huellas de criaturas antropoides, que se remontan a cinco millones de años, han sido encontradas en África, generalmente se admite que la raza humana tuvo su origen en este continente. Indudablemente, África ofrecía condiciones favorables para la evolución del hombre, por hallarse alejada de los grandes movimientos geológicos y glaciaciones que estremecían y moldeaban las masas terrestres septentrionales.
El hombre surgió antes de que empezara una gran época glacial, la primera de las acaecidas en los últimos 100 millones de años. A lo largo de la evolución del hombre, se sucedieron diversos períodos en que el hielo avanzó hacia el sur cubriendo la tierra, separados por otros en que el hielo retrocedió temporalmente. Las violentas fluctuaciones del clima modificaron profundamente la distribución de las especies vegetales y de los mamíferos, sobre todo en el hemisferio norte. Cuando el frío era más intenso, las flores alpinas, los renos y las zorras árticas se extendían por Europa. Pero cuando se fundían las capas de hielo, los hipopótamos nadaban en el Támesis y los leones llegaban hasta Yorkshire.
Algunos mamíferos se adaptaron convenientemente a las rigurosas condiciones climáticas, como el rinoceronte lanudo o el mamut, una especie de elefante cubierto de pelo. El hombre primitivo sobrevivió de manera diferente: no por medio de cambios biológicos, sino aprendiendo a usar el fuego para calentarse y alumbrarse, y a usar las pieles de los animales para vestirse. Aún así existieron períodos en que la supervivencia, al menos en las regiones septentrionales, se hizo difícil, y se produjeron migraciones a zonas más templadas. Finalmente, hace unos 10,000 años las capas glaciales se retiraron por última vez. Por entonces vivía el Homo sapiens, un ser humano mucho más perfecto, que disfrutó de aquellas favorables condiciones. La larga cuenta atrás hacia el hombre había concluido.
Un antepasado común. Hace 40 millones de años los primates, uno de los muchos grupos de mamíferos que surgieron por primera vez en la época de los dinosaurios, estaban divididos en numerosas ramas. Se cree que una de ellas fue la de un primate bosquimano que andaba a cuatro patas, y podría constituir el antepasado común de los actuales grandes monos.
.El Ramapiteco. Hace 14 millones de años apareció un primate más evolucionado. Sus restos hallados en las colinas de Siwalik en la India, pertenecen probablemente al ser más antiguo entre los conocidos como predecesores directos del hombre. En África se han encontrado vestigios de otra criatura semejante. El Ramapiteco se mantenía en posición vertical.
Con un cerebro más desarrollado y unos miembros delanteros más perfeccionados. El Ramapiteco podía servirse de estacas y piedras para cometidos simples, tales como el de atemorizar a sus atacantes.
.El Australopiteco. Este gran mono antropoide vivió en África oriental y meridional hace unos cinco millones de años. Su cerebro no era mayor que el de los simios actuales, pero caminaba erguido y probablemente utilizaba herramientas. Estas primitivas herramientas eran instrumentos rudimentarios: huesos de los animales que comían o guijarros afilados.
.El hombre 1470. Hace unos dos millones de años, el hombre 1470 coincidente algún tiempo con el Australopiteco, surgió en África oriental. Deambulaba erguido y poseía un cerebro más evolucionado que cualquiera de los otros grandes monos. Fue probablemente quien realizó las primeras herramientas humanas – golpeando una lasca para afilarla.
.Homo erectus. El más antiguo representante del género Homo, generalmente aceptado, se extendía por Asia, África y Europa. Utilizaba el fuego y cazaba animales de gran tamaño. En África el Homo erectus fabricó sencillas hachas de mano; pero esta habilidad no llego al sudeste de Asia, donde se realizaban instrumentos muy primitivos.
.Homo sapiens. En Swanscombe (Inglaterra) y en Steinheim (Alemania) se han encontrado fósiles que sugieren que la especie humana se remonta a una antigüedad de unos 250,000 años; sus cráneos se parecen mucho a los nuestros. Las hachas de mano de ese período, ejecutadas en Europa, África y Asia oriental, resultan más perfectas y eficaces.
El hombre de Neandertal. Cuando los glaciares avanzaban hacia el sur por última vez, Europa era el asiento de los hombres de Neandertal, variante del Homo sapiens que no ha sobrevivido. El hombre de Neandertal fabricó raederas de pedernal y puntas de flecha, utilizando lascas.
El hombre moderno. El Homo sapiens, nuestra propia subespecie, se desarrolló probablemente fuera de Europa; pero en Francia han aparecido restos suyos muy antiguos que datan de hace 35,000 años, sus utensilios eran un arpón de cuerno y una raedera de pedernal, una punta de proyectil y una lesna de doble punta.

viernes, 5 de septiembre de 2008

La Cristiada.

LA CRISTIADA.
1926 – 1929

Después de pasar por un periodo revolucionario (1910 – 1919), el gobierno emanado de esa triste revolución, queda en todos sentidos, dolido, molido, pobre, sin recursos, con una gran mortandad de mexicanos, con las ideas revueltas, en donde la lucha sigue… y sigue… y no sabemos hasta cuando parará… (Porque no ha parado… ) la población mexicana se encuentra en mayores dificultades que las descritas del gobierno… examina la situación, encontrando que de toda esta pobre descripción, los únicos que no han resentido los cambios que el movimiento trajo… son una clase de personas, muy respetables… El Clero, ellos tienen una vida muy exquisita, comida bastante y muy selecta, buena ropa, calzado y demás… son los poseedores de diezmos y primicias; en fin, han conservado una cantidad de recursos en demasía… razón por la cual el gobierno se acerca a solicitar que esos recursos se pongan a trabajar… el clero se opone… y viene la lucha que sigue… (veamos)

El clero “amenazado” – contesta desde todos sus ámbitos – “pulpito”, principalmente, incita, arma, hace brotar la llama de la rebelión en defensa de sus “intereses” – principalmente económicos, y como palomitas de maíz, surgen en varios estados – principalmente Jalisco y Guanajuato – grupos armados en defensa de la religión cristiana, les siguen Durango, Colima, Michoacán.

Entre los años de 1926 y 1929, la iglesia contra un gobierno anticlerical y seudo comunista, pero veamos a continuación las causas que lo originaron:

La causa principal fue la insistencia del estado mexicano en hacer cumplir lo dispuesto en los Artículos 3°, 5°, 24° y 130° Constitucionales; otros enfoques hacen hincapié en los efectos de la “Acción Social” católica y la reorganización administrativa de la iglesia, también en la problemática agraria y la crisis derivada de la Revolución iniciada en 1910. Así las causas fueron no solamente religiosas, sino también políticas y socioeconómicas.

A finales del siglo XIX, la iglesia inspirada por la Encíclica Papal Rerum Novarum indujo al clero a modificar, tanto su discurso, como su acción con el de involucrarse en el proceso social y no quedarse al margen.

En la segunda década del siglo XX comienzan a surgir organizaciones sociales católicas: Asociaciones Católicas de la Juventud Mexicana (ACJM), Unión de Damas Católicas (UDC) y Caballeros de Colón (C.C.). Los líderes de estas asociaciones y el clero también participaron en la formación de organizaciones obrero-católicas, buscando alejarlos de la influencia comunista.

De 1910 a 1926, la Arquidiócesis de Guadalajara emprendió un programa de reorganización administrativa, convirtiendo las vicarías en parroquias, esto contribuiría a que la población sufriera un cambio social. En primer lugar, porque se exhortaba a los fieles a organizarse y a movilizarse para realizar el trámite. En segundo lugar, hacía más fuertes los lazos entre las personas de la localidad además que desarrollaban una capacidad de autogestión para defender sus intereses.

Durante la década de los veinte, el problema de la tenencia de la tierra continuaba vigente. Con los escasos repartos que se hicieron, la situación no mejoró, pues las tierras que se entregaron eran poco fértiles y los campesinos no tenían los recursos para hacerlas producir.

En la región de Los Altos, los moradores se quejaban de que el gobierno repartía tierras que ya se estaban fraccionando entre ellos por herencia o por derecho natural. Además estaban en desacuerdo con el reparto agrario en ejidos: los alteños pugnaban por la pequeña propiedad.

La participación de los campesinos en el movimiento cristero fue con la esperanza de ser gratificados con una porción de la tierra.

Los conflictos entre la iglesia y el estado se iniciaron con la aplicación de la Constitución de 1917. De 1924 a 1926 las hostilidades adquirieron un tono grave.

Las medidas anticlericales de Plutarco Elías Calles y José Guadalupe Zuno lentamente fueron limitando el poder y la participación de la iglesia en la situación sociopolítica con una ley para el establecimiento de sindicatos y sociedades mutualistas, impidiéndole a la iglesia participar en el proceso de organización de la clase obrera.

En 1924 Zuno clausuró los seminarios de Guadalajara argumentando el mal estado de las instalaciones sanitarias.

En respuesta, en 1925, Anacleto Flores, Presidente de la Confederación Nacional Católica de Trabajadores, formó un comité de defensa religiosa y publicó un manifiesto, en el que exponía que la nueva persecución religiosa sería vencida si se actuaba con energía para que se derogaran los Art. 3°, 5°, 24° y 130° Constitucionales, que limitaban las acciones de la iglesia, en lo cívico, además, restringían el número de sacerdotes, los derechos de éstos y sus atribuciones.

En 1926, la hostilidad llegó a su punto más álgido cuando Plutarco Elías Calles pretendía establecer una iglesia de estado lo cual provocó desagrado en el Episcopado Mexicano. Ante las medidas anticlericales los clérigos protestaron desde el púlpito y ante el Poder Legislativo.

Los seglares, agrupados en organizaciones civiles, utilizaron la propaganda para enrolar a todos los católicos y actuar en conjunto contra el gobierno para derrocar al gobierno de Calles.

De tal manera que la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, organizó y encabezó una rebelión armada, que contó con el apoyo del Arzobispo de Guadalajara, además de otros obispos del país.

Después de los primeros brotes cristeros, hubo enfrentamientos sangrientos entre autoridades locales y fieles católicos. Sin coordinación, grupos provistos de armas se reunían en todos lados. Los cristeros peleaban en terrenos muy conocidos por ellos. La lucha cristera declinó a mediados de 1927, a causa de la muerte de varios de sus jefes, la escasez de armas y alimentos, la falta de apoyo económico y la ausencia de militares de carrera que movilizaran grupos de más de 200 hombres; además no contaban con un dirigente capaz de guiar el movimiento.

No fue sino hasta 1928 cuando la cristiada contó con un General en Jefe, Enrique Gorostieta, Jr, militar de carrera que había servido en el ejército federal durante el huertismo, lo que le valió (como a su padre) el destierro a los E. U. y a Cuba. De vuelta al país, se integró con su mando de tropas en los Altos de Jalisco. Su destacada participación le hizo merecedor de la jefatura militar cuando ésta carecía prácticamente de cabezas, pues muchos de los principales generales cristeros habían muerto en combate. Gorostieta llegó a dominar las zonas de Jalisco, Colima y Nayarit, restó fuerzas a la rebelión. Por otra parte, fue indiscutible el talento militar del Secretario de Guerra del Gobierno, Gral. Joaquín Amaro.

En junio de 1928 el Arzobispo Orozco y Jiménez le escribió al Papa manifestándole su decisión de continuar la lucha para derrotar al Gobierno de Calles. En tal sentido, Gorostieta hizo pública, en octubre de 1928, su intención de tomar las riendas del gobierno. Después del asesinato de Álvaro Obregón, las fuerzas gubernamentales se robustecieron para acabar con los sublevados.

Las esperanzas de que los cristeros ganaran el conflicto se fueron desvaneciendo conforme transcurría el año de 1929. En gran medida contribuyó a ello la muerte de Gorostieta, ocurrida ese mismo año, en la hacienda del Valle, cerca de Atotonilco, donde fue atacado por el regimiento de caballería que dirigía Saturnino Cedillo.

Los templos se abrieron al culto el 29 de junio de 1929, en medio de un gran desaliento entre los cristeros, quienes pensaban que la jerarquía eclesiástica los había traicionado al no tomarlos en cuenta en los arreglos.

Así terminó la cristiada, un acontecimiento violento que estuvo colmado de vejaciones y crueldades por parte de ambos bandos.

jueves, 4 de septiembre de 2008

El abuelo - Cenovio García Fajardo.




Cenobio García Fajardo, hombre del siglo antepasado, habitante del poblado – casi rancho – Tepec, Jalisco – Campesino, sembrador de trigo, cebada, garbanza, alfalfa, al servicio del hacendado del lugar, quien en sus tiempos mozos participó en el movimiento revolucionario – andaba en la bola – decía con un dejo de tristeza, por ese tipo de experiencias vividas, donde nadie sabía a ciencia cierta lo que estaba pasando, todos con sus sueños truncados, con el pecho cruzado por cartucheras, el 30 – 30 embrazado – los que traían – que eran los menos – la mayoría, armados con utensilios de labranza, palos, hondas y piedras y el espíritu de sobre vivencia colgado de un hilo muy delgado la mayor parte del tiempo aquél, dejando a los amigos en cualquier lugar, cuando ya no podían continuar por estar exánimes o muertos por las balas enemigas.
La vida había pasado en aparente tranquilidad, hasta el momento ese, en que el capataz de la Hacienda no le autorizó su pretensión de formalizar relaciones con la amada Francisca – “Pancha” – debido a que se encontraba al servicio de la “Casa Grande”, y el patrón no permitía que los mozos se metieran en ese terreno, el cual estaba vedado a este tipo de pretensiones.
Ante la insistencia de Cenobio, el capataz ordenó el castigo para el impertinente mozo – 60 azotes – los cuales fueron religiosamente contados por los encargados de propinar el castigo, uno a uno fueron cayendo sobre la espalda desnuda de Cenobio, ante las risas y burlas de los asistentes y la impotencia y dolor del castigado quien – según los tiempos – resistió más por el orgullo de la causa y la fortaleza del rudo trabajo diario, que por la fuerza del verdugo.
A partir de aquél momento, la vida ya no era la vivida en tiempos que se encontraban bastante lejos de la – “aparente tranquilidad” – del mozo de hacienda, a quien se le habían complicado tanto las cosas, que en la primera oportunidad, escapó de ese infierno en que ahora se había convertido la estancia en aquél lugar que lo había visto nacer, crecer, fortalecer su cuerpo y su mente, hasta encontrar a la amada “Pancha”.
La búsqueda del fugitivo – sobre quien pesaba la pena de muerte – por el delito de escapar del “hogar”, inició de madrugada, hora en que iniciaban las labores normales del trabajo cotidiano, la escarpada ruta de escape pronto se vio repleta de los perseguidores montados en briosos caballos propios para el caso, nunca se había escapado nadie, pues a todos los atrapaban antes de llegar a la planicie de la sierra de Tapalpa, diestros en la persecución, estaban seguros de que atraparían al fugitivo y saboreaban por adelantado el ejemplar castigo ante toda la población hacendil, para ejemplo de todos los demás.
La sierra con una altitud de 2,057 metros sobre el nivel del mar, constituía el único camino posible de escape, pues la planicie de la Laguna de Sayula, además de las “Garitas” establecidas en los caminos de acceso a la población y casco de la hacienda, hacían prácticamente imposible la fuga, solo quedaba la alta y lejana planicie de la Sierra Madre Occidental, la cual con sus 1,610 kilómetros de longitud, en caso de llegar a ella, constituía la única vía segura para un desertor.
La ventaja que Cenobio llevaba eran 6 horas, en las cuales había aprovechado una gran distancia, pues la inteligencia, juventud y fortaleza serían los elementos que a la postre le darían la libertad que ansiaba y requería, sabedor del castigo que se imponía a quienes tenían la osadía de fugarse, y conocedor de los vericuetos del camino, pronto vislumbró el paso del Águila, peligroso desfiladero que en forma vertical tiene una profundidad de más de mil metros de caída libre, lugar en el que solo algunos podían decir que siquiera lo conocían, menos podrían asegurar el paso por el escarpado lugar, arriesgando la vida y solo con el valor por delante, el fugitivo se dispuso a continuar adelante con el intento, a punto estuvo de no lograrlo, sin embargo, sudoroso y acalambrado por el esfuerzo realizado, se miró satisfecho y contento de por el momento encontrarse en sitio seguro, no obstante, una vez repuesto del momento pasado, renovó la huída hasta llegar a lo alto de la Sierra Madre Occidental, lugar en el que se encuentra al fin confiado en que sus perseguidores no le darán alcance.
Caminó durante dos días, sin encontrar ninguna persona, solo de vez en cuando, se detenía para comer camotes que hábilmente desenterraba; cuando encontraba algún árbol – arbusto – de guayaba de venado, en pocos minutos, quedaba éste sin fruto alguno, hasta los pequeños retoños pasaban a ser digeridos por el estómago de Cenobio, dormía siempre alerta – con un ojo al gato y otro al garabato – contaba después a los amigos.
Al fin de dos días, se encuentra con una gavilla de hombres armados y dispuestos a todo, con tal de no regresar a la esclavitud en que antes vivían, y a soportar las injusticias de capataces y hacendados, quienes con la más descarada y malsana voluntad les oprimían hasta dejarlos secos, como zaleas de perros callejeros, el encuentro resultó afortunado, pues a dicha gavilla la habían diezmado días antes, en un enfrentamiento con las fuerzas armadas, de un mal gobierno porfiriano que ostentaba el poder de la fuerza de la armas, que no de la razón, motivo por el cual Cenobio es recibido con gran estrépito y felicidad por parte del jefe del grupo, a quien le informó sobre los motivos que lo impulsaron a huir y dejar tras de sí, sueños, las escasas pertenencias, amigos, familia y hogar… y a su amada.
Ningún esfuerzo le costó al fugitivo incorporarse al grupo aquél, pues en pocos días, el valor a toda prueba, el trabajo incansable, el conocimiento y las ganas con actitud envidiable le aseguraron un lugar dentro de aquellas almas rebeldes a los malos tratos que antes recibieron, muchas fueron las veces en que estuvieron al borde de la muerte, tuvo que aprender a enterrar a los compañeros y dedicarles un pensamiento sobre aquellas vidas consagradas al sacrificio por una causa muchas veces no comprendida, ni valorada por nadie, solo la esperanza del que sabe que al fin logrará algo de paz y tranquilidad de cuerpo y alma, conseguía mantenerlos en alerta constante y prestos al combate – o la huida – si así lo requería el momento.
La incorporación de Cenobio al grupo, aparte de un elemento nuevo, le incorporó además la clara inteligencia y conocimiento de razones y sinrazones que forman todas las cosas de este mundo, pues en la mente de éste siempre existió – lo que él llamaba – “un centavo de sentido común” – lo cual a través de sus actos, siempre utilizaba y con excelentes resultados, pues su pensamiento, casi siempre encontraba en los hechos, la comprobación de sus teorías, ello le atrajo el respeto de sus correligionarios, quienes poco a poco, se mostraron más confiados a su buen tino y elocuente sabiduría.
En estas correrías, paso el tiempo, no sabían mucho de lo que pasaba en otras partes referentes al movimiento de revolución que encabezaba el Señor Francisco I. Madero, sin embargo. Tenían presente la figura de Francisco Villa en el Norte del país, y en el Sur, sabían de la resistencia del General Emiliano Zapata, del Plan de Ayala, que pugnaba por la posesión de la tierra a los campesinos que la trabajaban, con lo cual ellos soñaban que algún día se hiciera realidad.
La presión que el ejército ejercía sobre ellos, había menguado, hasta casi volverse una calma chicha, tenían ellos un muy grande espacio para movilizarse y casi se sentían en libertad para trabajar, alimentarse y disfrutaban de tiempos que no habían conocido hasta el momento, pero que les hacían sentir que ello era el presagio de tiempos mejores.
Establecieron un sistema de recorridos en aquellos – “sus dominios”, por medio del cual pudieron enterarse de los movimientos que el enemigo efectuaba, de esa manera se dieron cuenta de que Sayula, Atoyac, Zapotlán, Tamazula, Pihuamo, y alrededores habían recibido la presencia de Don José Vasconcelos, quién se encontraba en gira política, pues pretendía ser candidato a Presidente de la República y que había todo un ejército de hombres peleando por la causa de los pobres y en contra de hacendados, los cuales al ver la complejidad del movimiento, habían escapado, para no caer en manos del movimiento, pues algunos que no habían sido previsores, yacían muertos, o simplemente el poder que detentaban ya no era tal.
Con esa confianza, salieron de aquella zona que tanto les había protegido, llegando a Tepec, y… a buscar a Pancha.
ENCUENTRO CON LA AMADA:
Con gran algarabía, el pueblo entero recibió a aquellos fieros rebeldes, quienes ahora se mostraban orgullosos de haber logrado lo que ni en los sueños, hubieran creído posible – ni creíble – solamente el recibir aquellas muestras de júbilo de ese pueblo que empezaba a creer que la vida sería a partir de ahora diferente de lo vivido en tiempos en que el patrón se consideraba el elegido por Dios para hacer con ellos… todo lo que la mente pudiera imaginar… y más de ello – pues en muchos casos la imaginación se quedaba corta de lo que eran capaces de hacer, si caían de la gracia del capataz o del mismo patrón.
Buscaba con mirada aguda, el rostro amado, al cual, con abundantes lágrimas encontró en medio de la multitud – como un rayo, bajó del corcel, y casi voló a estrechar al ser de sus pensamientos, ella también ansiaba estrechar entre sus brazos, al amado que consideraba muerto y comido de buitres en alguna barranca como la del “Paso del Águila”.
La revolución le entrega a la pareja, tierras para trabajar, las cuales siguen recibiendo el sudor del trabajo de Cenobio, solo que ahora el producto ya no será para el patrón, ahora el producto del “Trabajo del hombre”, será para la naciente familia, quien acompaña a Cenobio en las diarias faenas, logrando con empeño y dedicación excelentes cosechas de trigo, cebada, alfalfa, garbanza, pitahaya, café…
Inicia plantación de Nogal, árbol que en la posteridad dará el sustento a la población de la región.
El trabajo comienza a dar frutos, llega una hija – Aurora – primogénita de la nueva familia, un poco después se anuncia el arribo de un hijo – Alfredo – los niños transforman la incipiente nueva vida de esa familia, quien mira los productos de ese amor que sobrevivió a las calamidades de aquellos tiempos de cambio…
No obstante, el movimiento revolucionario seguía en todo su apogeo, el gobierno, al igual que el pueblo, se encontraba en bancarrota, no había suficientes recursos para lograr el desarrollo de la nación, después de efectuar un estudio sobre el caso, descubren que el dinero se concentra en manos del clero, el cual recibe y envía dichos recursos a la Santa Sede en Roma, se reúnen con los jerarcas de la iglesia y le piden que esos recursos ya no sean enviados fuera del país, que los mismos se queden dentro, que se inviertan para el desarrollo de México, los jefes de la iglesia con fervoroso afán, se niegan a acatar la solicitud, a ellos no les interesa el desarrollo interno económico, ellos piensan que su trabajo es lograr que las almas lleguen a un cielo con el creador, y que las cosas terrenales y sus problemas son para las autoridades civiles, en una palabra que no hay trato, ellos continuarán con su culto como ha sido siempre… desde el principio de los tiempos… y que así seguirá hasta la consumación de los siglos.
Ante esta cerrazón, el gobierno, ejecuta un plan concebido para tratar de hacer entrar en razón a las autoridades eclesiales – ordena cerrar las puertas de los templos - con la incorporación de esta nueva idea, los teóricos del gobierno señalan que los templos son propiedad de la nación, y que no habrá marcha atrás al respecto… [Continuará]

Nos visitó la Orquesta Sinfónica de Xalapa

¡Que tal amigos de “El Cartón de Lagos”!

E l día de ayer martes 2 de Septiembre de 2008, el recinto de el Teatro “Rosas Moreno” de esta población se “vistió” (‘?) de gala, para recibir a un grupo formidable de hombres y mujeres – verdadero equipo – ejecutando un excelente concierto musical. Un nutrido grupo de pobladores de esta ciudad – “La Atenas de Jalisco”, disfrutamos un poco más de dos horas, una brillante ejecución de la “Orquesta Sinfónica de Xalapa”. Casi 80 personas integran el aporte cultural que el bello Veracruz, envía a gira de buena voluntad, celebrando su 79 aniversario hacia todos los rincones de nuestro territorio común – México – pues, se han visitado los estados de Puebla, Michoacán, San Luís Potosí, Ciudad de México, Jalisco, Nuevo León, Aguascalientes, Guanajuato, para terminar de nuevo en ese gran estado de Veracruz, el día 4 de los corrientes.

Bajo la batuta de su Director Titular Fernando Lozano, nos otorgaron el siguiente programa musical:

Suite Veracruz – Mateo Oliva.
Concierto para violín – Aram Khachaturian.
Solista – David de Jesús Torres.
Sinfonía No. 5 en Mi Menor – Piotr ILich Tchaikovski.

Ante un lleno completo, mejor dicho, pequeño lleno, debido a que la capacidad del recinto es demasiado pequeña, todos nos deleitamos ante el espectáculo musical que recibimos, por cierto, el público estaba integrado por una cantidad muy numerosa de jóvenes, que casi boquiabiertos y estupefactos aplaudían con inusitado fervor, las magistrales interpretaciones de la orquesta en sus interpretaciones de los arreglos sinfónicos de Mateo Oliva, mismos que forman parte de un importante legado cultural que Veracruz aporta a México y al mundo, y que al final del concierto, hicieron posible – solamente solicitada a través del aplauso – que el Director regresara una o otra vez – hasta ofrecer una interpretación más – consistente en la composición del gran Jarocho Agustín Lara, “Veracruz”, a la cual solicita a todos los presentes cantarla, pero fuimos muy pocos los que hicimos caso a la solicitud – pareció que no es conocida por el público asistente (como ya anoté, público generalmente joven). No obstante los aplausos que recibieron los artistas dejan muy en alto el agrado de los asistentes al evento, y la carencia de eventos culturales de esta naturaleza dentro de esta población.

La suite Veracruz fue estructurada con motivos tomados de los temas que Oliva había arreglado anteriormente para ser interpretados por el grupo Tlen Huicani con orquesta. En la misma suite encontramos tonadas de son jarocho y huasteco como La vieja, La Bruja, Colás, La sirena, El Querreque, El cascabel y La Bamba. El músico otorga al conjunto de tonadas un atractivo tratamiento rapsódico, con los característicos “puentes” que enlazan la primera con las siguientes piezas y que otorgan a la partitura su firme cohesión temática.

La suite Veracruz fue interpretada por vez primera ante el público por la “Filarmónica de Querétaro” y José Guadalupe Flores, en noviembre de 2007.

Por su parte el Director Titular Fernando Lozano, mexicano, quien realizó sus estudios musicales en México, Francia, España, Italia y Holanda, inicia su trayectoria profesional en 1961, a partir de entonces, ha participado como Director de ópera y de las principales orquestas sinfónicas de México, Alemania, Argentina, Austria, Canadá, Checoslovaquia, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Hungría, Polonia, Puerto Rico, Rusia, Lituania, Uruguay y Venezuela.

Fernando Lozano cuenta con una discografía de más de 50 títulos con los sellos de DECCA, ORTF, RCA, FORLANE y URTEXT, entre otras.

Entre las más recientes grabaciones destacan la ópera “Anita” del compositor mexicano Melesio Morales, las misas de Réquiem de Mozart y de Verdi, la “Misa Guadalupana” de Venus Rey y el Oratorio Sinfónico “Brindis por un milenio” de Federico Ibarra.

La gira artística nombrada “De Xalapa a Veracruz” 2008, comprendida del 22 de agosto al 4 de septiembre, se integra de la manera siguiente:

· Viernes 22 agosto Xalapa, Veracruz ( a la memoria de Erasmo Capilla )
· Domingo 24 Puebla, Puebla.
· Martes 26 Ciudad de México, D. F.
· Miércoles 27 Querétaro, Querétaro.
· Jueves 28 Morelia, Michoacán.
· Viernes 29 León, Guanajuato.
· Sábado 30 Aguascalientes, Aguascalientes.
· Domingo 31 San Luís Potosí, S.L.P.
· Martes 2 de Septiembre Lagos de Moreno, Jalisco.
· Miércoles 3 Monterrey N. L.
· Jueves 4 Veracruz, Veracruz.

Es notable la transformación que ha efectuado el público Laguense ante este tipo de eventos; recuerdo que por los años de 1996, se presenta en el mismo recinto, una gran pianista de renombre mundial de origen ruso… en esa ocasión el público asistente – entre los que me encontré – no pasamos de 10 personas, perdidas todas en aquella inmensidad de teatro – “El teatro más grande del mundo” – porque nadie lo podía llenar… escuchamos embelesados la aportación cultural de aquella artista, misma que solamente pudo cosechar los aplausos de cuando mucho 3 de las 10 personas… Enhorabuena…

Por otra parte, el teatro Rosas Moreno, fue insuficiente para albergar a la totalidad de los integrantes de la Sinfónica de Xalapa, quienes no contaron con las mínimas condiciones que brinda el confort y lo que un grupo de esa calidad merece, pues se carece de vestuario adecuado, de aire acondicionado, de butacas que sean dignas de la población, en fin, considero que Lagos de Moreno, Jalisco, merece mejor suerte en este y muchos otros aspectos… ¿Será posible que algún día podamos sentirnos orgullosos de nuestro trabajo? Ó ¿De qué manera habrá que exigir? – Tú amable lector tienes la palabra.

¡Hasta la próxima!

Adolfo Zúñiga García
Azunigag.2@gmail.com
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