lunes, 7 de octubre de 2013

LOS MAESTROS... ¿Trabajadores intelectuales?




LOS MAESTROS...¿TRABAJADORES INTELECTUALES?

Se dice que es unIntelectual” quien trabaja con el mundo de las ideas y la cultura, quien lidia con el saber y el conocimiento, quien lee, escribe, estudia, enseña, está rodeado de libros. A nadie, por lo tanto, debería resultarle extraño el título que aparece más arriba. Más bien, muchos dirán que es obvio. Pero no lo es. Por eso este artículo.
El trabajo del maestro consiste fundamentalmente en enseñar. Para ello debe leer, prepararse, actualizarse, estudiar el mismo. Para actualizarse y perfeccionarse constantemente necesita acceder a libros y revistas especializadas, estar al día no sólo con la pedagogía sino con el avance del conocimiento en otros campos. Para empezar, un maestro no podría dejar de leer el periódico todos los días (mejor si más de uno) a fin de estar bien informado sobre el acontecer nacional e internacional. Una buena enciclopedia, un buen diccionario, un almanaque mundial, un juego de mapas, resultan obviamente herramientas indispensables de trabajo,
La docencia propiamente dicha implica una serie de tareas específicas. Debe preparar las clases, consultar los libros de texto que maneja, llevar registros de asistencias y calificaciones, leer redacciones y monografías, revisar deberes, corregir pruebas y exámenes, atender individualmente las dificultades e inquietudes de los alumnos, así como las de sus padres de familia. Multiplíquese por el número de alumnos a su cargo, que puede ser enorme, sobre todo en planteles oficiales.
Evidentemente, todo esto requiere tiempo, esfuerzo, dinero, espacio, condiciones favorables de trabajo. Dígase lo que se diga, el saber si ocupa espacio: para trabajar con un mínimo de concentración y eficiencia se requiere un espacio físico especial reservado al estudio (no el dormitorio, la sala o el comedor), donde pueda instalarse al menos un escritorio o una mesa de trabajo (no la mesa familiar de comer), una silla cómoda (no el banco de la cocina), una lámpara con buena luz artificial para trabajar por las noches (no la luz mortecina del foco único del tumbado), y una estantería o un mueble con cajones y una buena distribución de niveles y espacios (no la caja de cartón debajo de la cama, la vitrina de la sala, la mesa de noche o la superficie de la máquina de coser o la televisión), donde puedan organizarse libros, cuadernos, carpetas y demás instrumentos de trabajo.
Todo maestro requiere una serie de accesorios menores que son fundamentales para su tarea: una buena máquina de escribir, un archivero, ficheros y fichas bibliográficas, tarjetas y tarjeteros, marcadores, reglas, carpetas, una buena tijera, una engrapadora, una perforadora, un calendario grande con todo el año a la vista, una agenda de trabajo, etcétera.
No estamos hablando de condiciones óptimas sino de condiciones básicas de trabajo. No estamos hablando de computadora personal, artefactos sofisticados o materiales didácticos de calidad como los que, por ejemplo, forman parte de la canasta básica de un maestro europeo. Estamos hablando de requisitos mínimos para poder cumplir con la tarea intelectual que la sociedad asigna al maestro al momento mismo de confiarle la tarea docente.
¿Cómo exigirles a los maestros buenos niveles académicos. Altos rendimientos docentes, autoformación y perfeccionamiento pedagógico, información actualizada en todos los campos del conocimiento, si ni siquiera se reconoce para todos los fines prácticos su condición de trabajadores intelectuales? – Reconocerlo significaría incorporar todas estas necesidades a la canasta básica y al presupuesto de cualquier maestro.
¿Cree usted que todos nuestros maestros cuentan en su casa con un rincón reservado al trabajo y al estudio, con suficiente espacio, ventilación e iluminación? ¿Cuántos cree usted que tienen un escritorio o una mesa de trabajo, una silla cómoda, una lámpara con buena luz artificial, una estantería de libros, una enciclopedia medianamente reconocida, un diccionario confiable, un almanaque mundial actualizado, un mapa grande, una máquina de escribir, que no dé problemas, y presupuesto libre para la compra regular de periódicos, libros y revistas especializadas?
MARIA ROSA TORRES: “Los maestros son trabajadores intelectuales”, en Revista de Quito, 1991, s/d.



LA PROBLEMÁTICA DOCENTE.,

Si la educación está llamada a jugar un papel central en las estrategias de desarrollo en las sociedades, si pedimos que nuestras escuelas formen individuos creativos, responsables, con capacidad de tomar iniciativas y llevarlas a cabo, seguros de si mismos, solidarios, respetuosos de los otros y de su medio ambiente, activos ciudadanos de democracias pluralistas, debemos entonces preguntarnos por aquellos que tienen en sus manos esta responsabilidad. Un principio básico de toda tarea formativa es que nadie puede formar a otro en lo que no posee. Tanta responsabilidad debe estar acompañada de mínimas condiciones de éxito. Se impone una reflexión seria acerca de las políticas de profesionalización de los docentes, de medidas tendientes a atraer hacia la enseñanza a los mejores talentos de la sociedad, a garantizar hacia los que asumen esta tarea una condición digna de las funciones que ejercen.

Federico Mayor, en Informe final de la Quinta Reunión del Comité Regional Intergubernamental del Proyecto Principal en la Esfera de la Educación en América Latina y el Caribe, 8 – 11 de junio de 1993. Anexo 2, pág. 7.


Transcribió:

Lic. Adolfo Zúñiga García.

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