Gracias a mi entrañable amiga Marcia Molina, quien desde La Madre Patria, nos comparte:
Una interesante
entrevista y muy evangélica. Lástima que nos hayamos desviado tanto del
Evangelio de Jesús de Nazaret. Entrevista a leer por personas que quieren
avanzar, quienes desean permanecer en el atraso, mejor pasar de ella.
“Quien
pone la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios”
-Jesús de Nazaret-
-El mal de la civilización es la mente
patriarcal-.
La nave se está hundiendo pero la gente tiende a estar más ocupada en mantener el estatus que en salvarse; en defender lo poco que les queda, aunque se haya visto lo poco que vale, que en la transformación, en dejarlo todo y empezar a construir de cero.
Claudio Naranjo estudió medicina, psiquiatría y música y acabó
convirtiéndose en un referente mundial en la investigación de la mente humana.
Integrador de la sabiduría tradicional y científica, oriental y occidental, y
el conocimiento histórico, antropológico, sociológico, psicológico y espiritual
del ser humano. Creador del programa SAT, en principio dirigido a profesionales
de la psicoterapia y derivado en un programa de transformación individual y
social para uso personal y en el ámbito educativo. Autor de más de 20 libros,
traducidos a varios idiomas.
"La
única salida a esta crisis es la transformación interior"
La crisis actual ha tambaleado muchos cimientos del
sistema y ha acabado revelando algunas de sus muchas fisuras. El comunismo se
hundió por sus fallos de funcionamiento pero el capitalismo no parece salir
mejor parado. Llevamos siglos cambiando gobiernos, haciendo revoluciones
políticas y sociales pero nunca llegamos a buen puerto quizás porque nos
olvidamos de las transformaciones más básicas y elementales que tienen lugar en
la revolución personal.
Tenemos el mundo que tenemos por el tipo de conciencia
que se desarrolla a través de la educación, según Claudio Naranjo. Y si
queremos salir de verdad de esta crisis económica, social y humana hemos de
superar el ego individualista e iniciar una auténtica transformación interior.
¿La
civilización está enferma? ¿De qué?
El mal de la civilización es la mente patriarcal. Y no
me refiero sólo a la sociedad patriarcal que hace que los machos predominen
sobre las mujeres y tengan un acceso más fácil al poder y a la economía. Me
refiero a una forma de mentalidad que actualmente ya todos compartimos,
hombres, mujeres y niños, contaminados por el mismo virus.
¿A qué
nos referimos exactamente, con esa "mentalidad patriarcal"?
A una pasión por la autoridad. Por el ego, el ego
patrístico, un complejo de violencia, desmesura, voracidad, conciencia insular
y egoísta, insensibilidad y pérdida de contacto con una identidad más profunda.
Hay quien cree que todo esto forma parte de la naturaleza humana y que siempre
ha sido así.
Pues no. Hay indicios de la existencia de un pasado
matrístico, y aún hoy existen algunas sociedades indígenas de estas
características que no funcionan en absoluto con estas directrices y valores que
conocemos en la civilización. Esta mente, lejos de ser inherentemente humana,
en realidad empezó a gestarse hace sólo unos 6.000 años, cuando, ante una
crisis de supervivencia, ciertas poblaciones agrícolas arcaicas indoeuropeas y
semitas tuvieron que volver a hacerse nómadas y acabaron convirtiéndose en
comunidades de guerreros depredadores.
¿Y
cómo se manifiesta esta mente patriarcal?
En unas relaciones de dominio-sumisión y de
paternalismo-dependencia, que interfieren en la capacidad de establecer vínculos
adultos solidarios y fraternales. El cerebro patriarcal-racional llama a la
competencia, mientras que el femenino llama a la cooperación. Esta dependencia
y obediencia compulsiva (a los gobiernos y al poder en general) no sólo son
enajenadoras para el individuo sino que constituyen distorsiones,
falsificaciones y caricaturas del AMOR.
Pero
las cosas pueden ser de otra manera. Usted dice que, en realidad, somos seres
"tricerebrados"
Efectivamente. En un lenguaje anatómico, poseemos un cerebro instintivo, que compartimos con
todos los reptiles; emocional, como
el resto de los mamíferos, y el racional,
que es el último que se ha desarrollado y, sin embargo, ha acabado imponiéndose
a los otros dos. Es como si en nuestro interior lleváramos a tres personas: una
de tipo intelectual-normativo, que
sería el padre; una persona emocional,
que representa el principio del amor,
que es la madre, y una instintiva,
que sería el niño. Pues bien, en la sociedad actual, lo que denominamos la
civilización, predomina el cerebro racional y tiene lugar el imperialismo de la
razón sobre lo emocional y lo instintivo.
Pero
esta razón que impera, ¿es realmente racional o más bien irracional?
Ahí has dado en el clavo, porque en realidad no es
racional ni inteligente, desde el punto de vista de los resultados en el
bienestar social y personal. Ha corrompido conceptos como la inteligencia, la
eficacia o la racionalidad misma. Es una mente rígida, aislada, autoritaria y
normativa que busca resultados y ganancias a corto plazo, pero ganancias desde
el punto de vista competitivo, materialista o consumista, no en cuanto al
bienestar profundo, desarrollo personal o convivencia con el medio. Y, en
consecuencia, toda la educación está sujeta a este paradigma racionalista.
Que se manifiesta en...
En considerar la educación un mero traspaso de
información, alejado de objetivos como el autoconocimiento, que debería ser prioritario.
Y así vemos cosas en la escuela como que un niño o una niña llora y le llaman
la atención.
Y si
se ríe le echan de clase
Las emociones están prohibidas. Y lo instintivo aún
más. Y sin embargo, para que la persona esté sana en una sociedad sana sería
preciso el equilibrio entre los tres cerebros. Armonizar los binomios
competencia/colaboración, agresión/ternura. Desarrollar una sana agresión en
vez de la agresividad depredadora imperante. Y sobre todo desarrollar la
capacidad amatoria, la TERNURA.
¿Estamos
en el camino? Usted habla del ocaso del patriarcado
Por una parte, vemos que el autoritarismo en las
familias disminuye y también el de los gobiernos. Pero han cogido el poder las
empresas y su control en la sombra es enorme. Pero quizás sí, podemos decir que
la nave se está hundiendo pero la gente está más ocupada en mantener el estatus
que en salvarse; en defender lo poco que les queda, aunque se haya visto lo
poco que vale, que en la transformación, en dejarlo todo y empezar a construir
de cero.
Por
eso insiste usted tanto en la importancia de la educación
Claro, porque es más fácil prevenir que curar. Hemos
de prevenir la destrucción de la mente. La educación actual cuenta con una
agenda implícita que requiere que los niños sean igualitos a los papás, cuando
los papás son el problema. Decimos que la educación es para transmitir nuestros
valores y no nos damos cuenta de que estamos transmitiendo nuestras plagas.
¿Y
esto es responsabilidad de la escuela, de la familia, de los medios?
De las autoridades en todos estos ámbitos, desde los
profesores quemados hasta la misma opinión pública. Los padres aspiran a que
sus hijos triunfen en este mundo de competencia económica, no importa que
también sea un mundo de pobreza creciente mientras que no les toque a ellos.
Prefieren la educación que sirve como una máquina de certificación. No les interesa
educar sino servir al mundo del trabajo. Insisten en que desean el bien de los
hijos pero en realidad no les interesa el bien de los hijos más que como
eficacia en los negocios. Tenemos el mundo que tenemos por el tipo de
conciencia que se desarrolla a través de la educación, que es una educación
implícitamente explotadora.
Es
usted muy crítico con la educación y muy en especial con los educadores
Porque no considero educación el mero traspaso de
información, como una forma más de producción, de formación y explotación de
nuevos trabajadores, que es en lo que consiste la escuela actual. Debemos
volver a las raíces de la educación como autoconocimiento, en la búsqueda de
ese "conócete a ti mismo" de Sócrates. Al autoconocimiento transformador
que posibilite el cambio.
Sin
embargo, hay algunas iniciativas educativas diferentes, como por ejemplo las
escuelas internacionales de Krishnamurti
Sí, pero aún esas escuelas llegan hasta el debate, y
eso está bien, porque por lo menos te da la oportunidad de aprender a pensar
por ti mismo. Pero el debate en sí no transforma nada. Hay que integrar
procesos de autoconocimiento transformador.
La
transformación individual para transformar y sanar la civilización
No hay cambio posible sin pasar por el
autoconocimiento individual. Siglos y siglos de cambios sociales y políticos
han fracasado porque han pasado por alto el cambio de las personas. Sólo
podemos sanar el tejido a través de las células, las personas. Y para eso
tenemos que sembrar la semilla en la escuela. Pero ha de ser una nueva escuela
que tenga en cuenta los tres aspectos de las personas: el conocimiento, la salud amorosa y la salud instintiva.
Suena
diferente
Pero necesario, si queremos transformar las cosas de
verdad. El otro día me invitaron a dar una conferencia en una universidad, y
antes de empezar me pidieron que evitara los temas espirituales y los
psicológicos y me limitara a la pedagogía. Chocante. La educación se resiste a
integrar lo transcendental-espiritual y lo terapéutico y sigue considerándolo
un campo ajeno porque, de lo contrario, complicaría las cosas. Y es cierto, las
complicaría un poco, porque significaría permitir que las personas piensen por
sí mismas. Así que no se asume el riesgo. Claro que no se calcula el precio.
¿Y
cuál es el precio?
La infelicidad colectiva.
¿Y qué podemos hacer?
En primer lugar, reconocer que es un hecho que los
niños llegan cada vez más emocionalmente dañados al colegio. En muchos casos
los padres están ausentes de la educación de los hijos. Escasea el tiempo libre
y casi no se disfruta del ocio, y mucho menos compartido en familia. Y sin
embargo, el ocio está ligado al crecimiento y al espíritu, ya que te ofrece la
oportunidad de estar contigo mismo.
¿Qué
más?
Reconocemos también que están faltos de amor y de esa
parte del saber, no científico, la sabiduría que nos permite tomar buenas
decisiones en la vida. Decisiones que nos conduzcan de verdad a ser más
felices.
¿La
escuela tiene que ocuparse de todo esto?
Sí, la escuela tiene que incorporar ese aspecto
humanizante. Revelar la insatisfacción latente y canalizarla. No sólo para
sacar a flote este sistema económico en crisis sino por el coste personal y de
sufrimiento.
¿A qué
se refiere con revelar la insatisfacción?
Porque detrás de toda búsqueda hay una insatisfacción
y si queremos iniciar una búsqueda personal hacia el autoconocimiento y la
transformación debemos ser conscientes primero de que este estado de cosas no
nos satisface. La insatisfacción está ahí, bien latente y bien visible, lo que
pasa es que el consumismo nos da respuestas del tipo: cómprate un coche mejor,
cambia de casa, de ciudad, de pareja, de trabajo. Pero no vale la respuesta del
consumismo porque la insatisfacción, así, no sólo no se resuelve sino que
acabamos haciéndonos adictos a ella, que en realidad es lo que necesita el
sistema: que seamos unos obedientes consumistas insatisfechos crónicos.
Necesitamos respuestas más profundas que nos lleven a hacer cambios significativos.
Tengo
la impresión que tanto en la escuela como en la familia no siempre está bien
vista la búsqueda ni la insatisfacción.
Y así es. Porque nuestra cultura no reconoce la
búsqueda como un valor sino como un síntoma. Sólo se admite si está en el
camino de la ambición profesional, pero si es algo indefinido, que es como
tiene que ser la búsqueda en estado puro, enseguida se etiqueta. Dicen
"qué persona tan inquieta", y se la ve rara. Si además es muy
apasionada, la búsqueda no comprendida ni apoyada se hace dolorosa y acaba en
la consulta del psiquiatra. Cabe la posibilidad de que se acabe interpretando
como un síntoma esquizofrénico, angustia, etc., cuando en realidad no es más
que la insatisfacción natural ante la vida alienada, separada y desestructurada
que llevamos.
¿De
qué manera podemos actuar desde la familia?
Lo máximo que pueden hacer los padres por sus hijos es
ocuparse de su propio desarrollo personal. Que el padre y la madre se
desarrollen como personas y sean el ejemplo. Que no aspiren solo a que el hijo
o la hija traigan buenas notas a casa. Que tomen conciencia de todo eso que
está faltando en la educación y parece que nadie lo nota.
El libro:
“Sanar la
civilización”. Claudio Naranjo. Ediciones La Llave.
Con todo cariño,
Marciana
No hay comentarios:
Publicar un comentario