Para los trabajadores de la Educación, el mote de "RESPONSABLES DE LA MALA SITUACIÓN EDUCATIVA DE LA POBLACIÓN MEXICANA" - Tiene muchos bemoles, indiscutible mente que la situación que vive nuestro pueblo, respecto a su educación es por decir lo menos - LAMENTABLE, el rezago educativo se encuentra en el presente siglo XXI, en casi incontrolable solución, sin embargo no es culpa del profesorado - únicamente - es una desgracia demasiado general, Ejemplo - Un Presidente que no sabe leer - o que solamente - ha leído la Biblia...
Lo anterior me sirve como preámbulo para transcribir un artículo de la prensa - mismo que a Dios gracias no le han puesto mordaza:
Hugo Aboites
Precisamente la víspera del pasado Día del Trabajo
se publicó un comprehensivo diagnóstico del Instituto Nacional para la
Evaluación de la Educación (INEE) sobre los problemas que impiden que el
sistema educativo garantice el derecho a la instrucción de todos los niños,
jóvenes y adultos del país (El derecho a una educación de calidad, informe
2014).
Este documento no
deja de sorprender porque reconoce de manera puntual lo que los trabajadores de
la educación dijeron desde que la llamada reforma educativa se planteó y se
procedió a imponer sin miramientos. Es decir, que en medio de la dramática
situación de marginación, pobreza, explotación y desdén en que viven decenas de
millones de niños, era un terrible error señalar a los maestros como
responsables y, peor aún, organizar luego toda una reforma constitucional y un
nuevo marco legal a partir de una visión simplista y empresarial, ideologizada
y sumamente agresiva.
En este contexto,
el documento del INEE es sumamente importante porque muestra, aunque sea año y
medio después, cuáles son los problemas fundamentales que desde la visión de la
propia SEP-INEE afectan a la educación. Se trata, ni más ni menos, que de los
problemas que deberían haber sido planteados como la base y el punto de
arranque del proceso de reforma. Como lo puede ver cualquiera que lea el
documento, la pregunta central no era qué hacer para disciplinar mejor a los
maestros, sino más bien qué se debe hacer para responder a los factores que de
fondo y en la superficie son los que están generando el desastre educativo.
Porque el trabajo
del INEE muestra claramente que a la base de un sistema inequitativo e incapaz
de garantizar siquiera un mínimo de educación para todos están factores de
naturaleza tal como el trato diferente que se da a la educación, las escuelas y
los estudiantes en los ámbitos de campo-ciudad, indígena-no indígena, condición
socioeconómica, tamaño e infraestructura de escuelas, existencia de materiales
educativos y muchos más. Y lo más notable es que a lo largo del estudio el
factor maestros prácticamente no aparece y cuando lo hace el tratamiento es
ciertamente muy diferente al que plantea hoy la Constitución y las leyes
secundarias.
Se menciona, por
ejemplo, la necesidad de contar con docentes capacitados (Conclusiones y
Recomendaciones), pero por ningún lado aparece algo que sustente la obsesión
empresarial y gubernamental de perseguir y sancionar, motor de la reforma de
2013. Tampoco nada que sustente el supuesto de que reduciendo sustancialmente
los derechos de los trabajadores de la educación (a nivel básico, pero también
en Colegios de Bachilleres, Conaleps, Cetis, Instituto de Educación Media
Superior) la educación va a comenzar a mejorar. Por el contrario, el nuevo INEE
reitera ahora lo que el anterior instituto se cansó de repetir. “Muchos de los
problemas que causan la inequidad en la educación –sin duda los más
importantes– no son educativos ni dependen de las políticas del sector.
Encuentran sus raíces en la pobreza de la población y sus efectos” (página
121).
Es cierto, los
cambios constitucionales y las leyes ahí están, pero gracias a esta aportación
del INEE ahora la reforma aparece ahora todavía más huérfana de sustento que
antes. En realidad nunca se pretendió realmente mejorar la educación, como con
la entrega del petróleo tampoco se busca mejorar a Pemex, reducir los costos de
la energía o dar trabajo a los mexicanos. La educativa no sólo no busca mejorar
la educación, sino que hasta puede ser contraproducente. Por ejemplo, en su
estudio, el INEE se lamenta de que prevalece un clima escolar que dista de ser
educativo porque es más normativo que pedagógico, tiene reglamentos más
orientados a sancionar que a impulsar derechos, es discriminatorio e incluso
propicia la violencia. Pero es evidente que la creación de un clima
persecutorio y de derechos disminuidos o desaparecidos para los maestros no
contribuye a disipar, al contrario, el rígido clima escolar. Una escuela
acogedora, libre, flexible, centrada en la iniciativa e interés profundamente
humano de niños y jóvenes por aprender no es la solución de fondo a los grandes
problemas que aquejan a la educación, pero ciertamente sería un matiz muy
importante para la vida de millones de niños y jóvenes al mismo tiempo que se
hacen reformas sociales de fondo. Y eso requiere de maestros que trabajan
también en un marco de libertad y creatividad. Lo que ni por asomo existe en
las leyes INEE o la Ley General del Servicio Profesional Docente.
El documento del
INEE muestra lo más importante: que finalmente comienzan a surgir nuevos
argumentos y visiones sobre cuál es el camino que debió haber tomado la
reforma. Y con eso se apoya el largo y paulatino proceso de desgaste y
deslegitimación de una iniciativa que no tuvo razón de ser. El cambio de rumbo
no será de un día para otro, pero los maestros y comunidades, curtidos por
décadas de lucha y resistencia, saben esperar. Sobre todo cuando el otro, el
que manda, tiene prisa.
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