COMPETENCIAS CIUDADANAS
Por considerar de interés de la ciudadanía en general, y de los Lectores de “El Cartón de Lagos”, en particular, y en virtud de estar asesorando a dos grupos de Maestros con el curso de actualización docente “LA FORMACIÓN CÍVICA Y ÉTICA EN LA EDUCACIÓN BÁSICA” – Grupo en que se están reflexionando temas por demás de la cotidianeidad de nuestro tiempo, es que escribo algunas ideas que bullen dentro de mi ser social, natural, político, económico, plural e integrante de esta comunidad pensante y actuante de sus derechos y responsabilidades.
En la práctica del día a día dentro del aula, los docentes se afanan en construir dentro del ánimo de los alumnos una conciencia de ciudadanos que lleven dentro de su ser los principios de dignidad humana, paz, mayoría, derechos humanos. Valores universales de JUSTICIA, LIBERTAD, IGUALDAD, TOLERANCIA, SOLIDARIDAD, FRATERNIDAD, Valores de respeto, responsabilidad, pluralismo, con Procedimientos de diálogo, participación, de elecciones, de no violencia, implícito las Condiciones de Equidad, competencia regulada, ejercicio de la ciudadanía y soberanía popular, todo lo cual forma y conforma el “Horizonte ético de la Democracia”.
Mediante la reflexión y análisis de experiencias cotidianas sobre el ejercicio de la democracia y la ciudadanía, así como aportes técnicos sobre la materia; se induce al reconocimiento de la escuela como un espacio que contribuye al desarrollo de una cultura política democrática a partir de las competencias cívicas y éticas de los programas de estudio de educación básica vigente. Se revisan los conceptos fundamentales sobre los temas de derechos humanos y cultura de la legalidad, se analizan algunas recomendaciones para abordar dichos temas como parte de los contenidos de la Formación Cívica y Ética.
A todo lo anterior, surgen algunos cuestionamientos - ¿Cuántos profesores tienen la actitud de reflexión y análisis de estos temas?, ¿Quiénes son los que poseen las virtudes que se requieren para trasmitir las competencias – que, en primer lugar se deben poseer?, ¿Hasta qué punto se debe permitir la “doble moral” de enseñar lo que no se tiene?, veamos un poco las competencias que se pretende enseñar a los alumnos como ciudadanos éticos de la sociedad, para formar el “Ciudadano ideal” en cualquier sociedad que presuma de ser tal.
Capacidad de auto reconocerse como sujeto de derechos y RESPONSABILIDADES.
Capacidad de reconocer y respetar los derechos de los demás. (Tolerancia, reconocimiento del derecho a la diferencia, no discriminación, pluralismo).
Capacidad de auto contención para no exigir más de lo que se puede ofrecer. (Sentido de responsabilidad social, reciprocidad, sentido del interés general)
Capacidad de participar en el debate público y, por esa vía, en el proceso de toma de decisiones. (Razonabilidad pública como fuente de persuasión, renuncia al principio de autoridad y a la tradición).
Capacidad de evaluar el desempeño de quienes ocupan los cargos públicos (monitoreo ciudadano) y de imponer costos políticos cuando así lo ameriten las circunstancias.
Como se podrá observar la formación de un individuo con estas habilidades cognitivas de reconocerse como sujeto pleno de derechos y responsabilidades, de ejercer el respeto a los otros en esos mismos derechos, por medio de los valores universales, ubicar la formación con un sentido de responsabilidad social, reciprocidad en los intereses de la colectividad, formación de hábitos de debates dentro del aula, para determinar la toma de decisiones del interés del grupo y lograr por ese medio la competencia de evaluar el desempeño del grupo entre todos los integrantes, así como imponer las sanciones con principios de raciocinio, control, madurez y equidad, es todo un gran reto a lograr.
Cuando lo anterior podamos considerarlo un hecho consumado, los individuos que egresen de las aulas de la educación básica, contarán con las habilidades y competencias para desarrollarse dentro de la sociedad que ellos mismos se encargarán de construir, cuidar, transformar y evaluar para determinar los senderos que deban seguir; esto es la finalidad de la educación básica, es la guía que los docentes tenemos la obligación de construir en el trabajo cotidiano dentro del aula; pero para lograr avances en este camino, deberemos tener la humildad de reconocer que es un trabajo que no podemos construir solos, para ello necesitamos de la labor que los padres de familia deberán fomentar dentro del hogar, y desde el seno materno.
En un estupendo artículo sobre “Las reglas en la escuela”, la autora Silvia Conde Flores, expone ideas sobre la definición de lo que es una “Escuela democrática”… cito textual,
“Es un espacio de legalidad y justicia. Son múltiples las posibilidades que ofrece la vida escolar para que el alumnado comprenda la importancia de las reglas y se comprometa con su respeto, además de que desarrolle su capacidad legislativa y el sentido de justicia. La construcción de un ambiente escolar justo y de legalidad, involucra diversos elementos: el diseño participativo de las reglas, su permanente revisión y el compromiso con su respeto, la disciplina, el ejercicio democrático de la autoridad y la resolución no violenta de conflictos, cuando éstos se presenten”.
No será tiempo perdido el que maestros y directivos inviertan dos o tres días al inicio del curso para analizar con padres de familia, maestros y alumnos, la normatividad aplicable a la escuela, no solo para establecer un compromiso con su cumplimiento, sino para resolver dudas y reorientar y aclarar interpretaciones erróneas. En un contexto democrático, el docente no pierde su autoridad sino que debe ejercerla con apego a los límites establecidos y con respeto a la dignidad humana. Puede corregir a un alumno haciendo uso de su autoridad, siempre y cuando no se viole el derecho a la educación y no imponga tratos crueles, inhumanos o que atenten contra su dignidad. Los padres requieren conocer los límites de los docentes y directivos en la aplicación de sanciones, apoyar a la escuela cuando sus hijas o hijos cometen una falta, y en caso de violaciones a los derechos de los niños, denunciarlas ante las autoridades correspondientes.
El conocimiento de las reglas y normas en la convivencia de las instituciones educativas, permitirá a los alumnos el aprendizaje del verdadero sentido de la legalidad y la justicia, a los maestros les otorgará la confianza de enseñar a los alumnos que practicando las reglas establecidas pueden avanzar hacia la autonomía, basada en una moral de principios y autorregulación, para que transiten de una posición individualista a una distinta basada en el reconocimiento del otro, de lo público y del interés común, así como para que construyan el sentido democrático de legalidad, justicia y autoridad.
La manera como los niños y las niñas entienden las reglas está ligada a su desarrollo moral y cognitivo y a sus experiencias previas, a partir de las cuales han construido sus nociones de norma, justicia, bien y mal. Los más pequeños entienden las reglas como una prohibición establecida por los adultos, aunque gradualmente van comprendiendo que son acuerdos para la convivencia y que todas las personas podemos participar en su definición.
Con actividades sencillas, el docente puede promover que los alumnos reconozcan que tienen la capacidad de hacer leyes para sí mismos con responsabilidad, conciencia y equidad. Por ejemplo, decir explícitamente al grupo “ustedes pueden proponer normas que todos vamos a respetar”, constituye una especie de validación, de permiso para regular colectivamente el comportamiento de un grupo.
En educación preescolar pueden elaborarse reglas sencillas de participación, de uso del material colectivo o de organización de las actividades cotidianas. Las reglas deben ser breves y claras y señalar el comportamiento esperado, más que el prohibido. Por ejemplo “Guardo el material que ya no uso”, “pido permiso para ir al baño”, “recojo lo que está tirado”. En los primeros grados de primaria se aplican estos mismos criterios, pero las reglas deben implicar cada vez un mayor compromiso y más responsabilidad. Los niños y las niñas en estas edades, tienen dificultad para comprender su aptitud de elaborar reglas que todos deberán respetar, por ello es importante definir inicialmente pocas reglas, de manera que puedan identificar en la interacción cotidiana la forma en que se aplican las que ellos mismos propusieron.
A partir de tercer grado de primaria y hasta secundaria es posible ir generando gradualmente competencias legislativas cada vez más complejas. Así, en su proceso formativo, el alumno pasa de la definición de reglas principalmente restrictivas, a la elaboración de reglamentos basados en principios, en derechos y obligaciones, en sanciones claras y justas que además procuren la corresponsabilidad y la reparación del daño.
En la definición de sanciones, los docentes comparten la facultad de aplicarlas de acuerdo a lo establecido. La definición colectiva de sanciones y mecanismos de corrección marca límites a las acciones de los alumnos, a fin de que comprendan que no pueden hacer y decir cualquier cosa y en cualquier momento.
Proponer sanciones para otros es una forma de ejercer autoridad. Los alumnos deben aprender a moderar ese poder; cuando por primera vez definen reglas de aplicación general, suelen caer en la tentación de utilizarlas para tratar de evadir el trabajo o se van al extremo de proponer reglas crueles, inhumanas y degradantes. Por ello, el docente requiere apoyar a los alumnos para que comprendan que las reglas y las sanciones deben estar orientadas por la justicia y el respeto a la dignidad, además requiere permanecer vigilante para evitar que traspasen los límites del poder democrático y lleguen a extremos que rayan en el autoritarismo. A la escuela como organización, le corresponde asegurar que esta experiencia se viva con autenticidad y asegurar que el docente cuente con el apoyo institucional necesario para realizar este trabajo.
Para cualquier persona, la convicción de que efectivamente puede proponer reglas de aplicación general, se vincula con sus experiencias en la elaboración de las mismas. Muchos de nuestros alumnos han aprendido que las reglas se respetan básicamente cuando han sido definidas por los adultos, y seguramente se han enfrentado a múltiples situaciones en las cuales las reglas propuestas entre pares son laxas, cambian constantemente y pueden violarse con facilidad. Por ello, una escuela democrática debe procurar la aplicación sistemática y consistente de las normas a fin de que el alumnado reconozca que estas no se aplican a capricho y que elaborar reglas con su participación no es parte del "juego de la democracia", sino que una regla propuesta por un alumno y apoyada por el resto, tiene la misma validez que una regla propuesta por un maestro.
Esta congruencia normativa es responsabilidad de toda la escuela. Hasta las situaciones aparentemente más simples pueden ser una oportunidad para enseñar al alumnado la importancia de las normas y destacar su papel en la organización de la escuela.
En congruencia con lo anterior, me permito transcribir, texto que publica el diario del lector en la Ciudad de Colima, y que firma la Lic. Patricia Gómez González, titulado “NUESTROS HIJOS… NUESTRA RESPONSABILIDAD”.
Esperaré los comentarios de los padres de familia, de sus hijos, de maestros y sociedad en general en la dirección electrónica: azunigag.2@gmail.com
“Bueno, pero... ¿qué nos pasa? ¿Qué es lo que nos hace suponer que alguien más tiene la
responsabilidad de cuidar de nuestros hijos, si nosotros, que se supone que somos los que más los amamos, no queremos tomar esa responsabilidad?Es ridículo ver esas mesas redondas, en las cuales funcionarios públicos, dueños de bares
y discotecas, miembros de comités ciudadanos y medios de comunicación se culpan unos a otros por algo que no es más que falta de responsabilidad de nosotros los padres. Que si en los bares le venden alcohol a menores, que si los agentes de tránsito reciben sobornos, que si no cierran estos lugares a la hora señalada...¿Pero en dónde están los padres de éste menor que tomó más de la cuenta? ¿Quién lo recibe en su casa a esas horas y en ese estado?¿Quién le dio el dinero para entrar en el bar, para el alcohol y para el soborno?¿Dónde están los padres que le dieron el carro a un menor que no es capaz de hacerse responsable y maneja aunque esté tomado?¡Por favor! ¿En qué piensan los padres de esos jóvenes que salen de su casa a las 11 de la noche, habiendo empezado a tomar desde la tarde, durante el partido de Chivas contra América? ¿Y qué están pensando los padres de la jovencita de 16 ó 17 años que va a conseguir "rait" de regreso con la mamá de fulanita, sin querer enterarse de que esa mamá ni siquiera
está en la ciudad?Por qué queremos pasarles la responsabilidad de decidir en manos de quién ponen su vida, si todavía no son capaces de decidir de qué color pintarse el pelo, hoy con rayitos, mañana mejor negro. Por qué les damos permiso a nuestras hijas de irse a dormir después de la disco a casa de una amiga y les cargamos la responsabilidad de llevarlas a los novios de 19 ó 20 años, quién sabe a qué hora y no sabemos ni cómo, pues puede ser que tome de más. ¿Por qué queremos creer que son maduros y responsables si nosotros mismos no lo estamos siendo? Nos volvemos ciegos a los peligros por comodidad, nos hacemos los "buena onda", "es que yo sí le tengo confianza a mi hija". Lo que tenemos es miedo y flojera, no queremos actuar como padres.Nuestros hijos no necesitan que seamos sus amigos... Ellos ya tienen un montón de amigos de su edad. Nuestros hijos necesitan padres valientes y responsables, que pongan reglas y luego estén ahí para ver que se cumplan.¿Cómo va a depender la seguridad de mi hijo del barman de un antro o del agente de Tránsito, o si el dueño de la disco sí cumple la ley y cierra a las 3:00 A.M. en lugar de a las 6:00 A.M.?Yo creo que sí debería de haber un horario, pero el que los padres pongan en su casa
independientemente de la hora que cierren los antros. ¿De qué tenemos miedo papás? ¿Por qué no podemos poner reglas? ¿Por qué no podemos exigir que se cumplan?Si los jóvenes no necesitaran guía, si no necesitaran límites ni autoridad a quien respetar, no existiríamos los padres. Se nos encomendó una misión muy especial, la más grande: colaborar con Dios en la creación y es a nosotros a quienes se nos pedirá cuentas por nuestros hijos, no al dueño del bar ni al amigo de nuestro hijo que iba conduciendo borracho cuando chocaron, ni al policía ni al maestro... ¡a nadie más!Nunca, nadie podrá hacer que nuestros hijos regresen a casa a tiempo y a salvo si nosotros no podemos hacerlo. No existe ley ni horario ni funcionario capaz de hacer por nuestros hijos lo que nosotros no queremos hacer.Actuar como padres es muy difícil y claro, oír de ellos "es que todos te tienen miedo, papá", ¡pues no importa! No estamos en campaña de elecciones para ser el papá más popular del año, pues ya cada quien tiene el padre que le tocó y sería estúpido poner en peligro la seguridad de nuestros hijos por quedar bien y caerles bien a sus amigos.Es horrible oír de muertes de muchachos así, que han tenido la desgracia de toparse con esos otros jóvenes, hijos "huérfanos" de padres "buena onda".No estaría mal ganarnos el respeto de nuestros hijos tomando las riendas de su vida, haciéndonos responsables de su hora de llegada, de lo que toman, de sus calificaciones, haciéndoles saber lo que esperamos de ellos y creando los medios para ayudarles en su lucha para conseguirlo. Pongamos los pies en la tierra, seamos consientes...Los jóvenes, lo único que necesitan es que ¡actuemos como padres!
Lic. Patricia GómezGlez
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