jueves, 29 de enero de 2009

Fue... un sueño.

La noche del día lunes 11 de noviembre de 2008, casi para amanecer el día martes, día de traslado a la Ciudad de México, para recibir el Curso sobre “Formación Cívica y Ética” – que en forma posterior llevaré a los maestros de Jalisco – 9 y 10 diciembre – se da este descanso nocturno en forma por demás inquieta – la emoción de traslado a esta Ciudad “La más grande del mundo”, es comprensible, pues no es de mi gusto el venir a la parte más contaminada de nuestro hábitat común, pues como escribo líneas arriba, pasé una noche con mal estar general, desde todos los ámbitos de mi cuerpo, principalmente la barriga, razón por la cual levanté y tomé una dosis de carbonato, substancia que a la postre me permitió dormitar un poco.
Pues bien, casi al ir a despertar, me encontraba soñando con que mi persona era una “Autoridad” educativa – en realidad, lo soy, pues ocupo el puesto de Profesor del Centro de Actualización del Magisterio – pero no como lo soñé, trataré de describir una parte de esta parte de mi noche:
Me encontraba en una institución educativa, dentro de un salón lleno de niños de primaria – más menos de tercer año – una maestra se encontraba al frente, explicando unas funciones numéricas, los niños, se dirigían a mi persona buscando explicación a lo que estaba sucediendo en el aula, y yo – con mucho gusto, me dirigía a ellos explicando sus dudas, y escuchando sus comentarios… luego me miraba presidiendo una asamblea de padres y madres de familia, en donde se trataban asuntos referentes a los avances y en muchos casos retrocesos académicos de los alumnos, las quejas de los integrantes de la asamblea eran en verdad inquietantes, pues mostraban en la práctica que los egresados de nuestras aulas, no eran capaces de resolver problemas de ninguna clase… ni fáciles y mucho menos difíciles… entonces me preguntaban sobre ¿Qué estábamos haciendo con el tiempo educativo de los seis ciclos de educación primaria? - ¿Por qué no se notaban los avances en el conocimiento de los niños? - ¿Cómo podíamos considerarnos profesionales de un trabajo que no muestra resultados satisfactorios en ningún aspecto de la educación básica? - ¿Qué si sabíamos que pasan casi 12 ciclos escolares los alumnos en ese nivel? - ¿Qué cual debería ser el resultado en los alumnos? - ¿Qué en dónde se encuentra la falla… en los niños? - ¿Los maestros? - ¿El sistema? - ¿La genética? - ¿Los libros de texto? - ¿Qué había que hacer con él, o los culpables... en caso de hallarlo (s). etc., etc.
Al despertar, sentía una pena muy grande dentro de mi alma, de escuchar y querer transformar la situación de los asambleístas de mi sueño, me miraba como si fuera una película dirigiendo mis palabras a la concurrencia, era mi discurso un reclamo a todos los que integramos la sociedad educativa, desde el preescolar, hasta el nivel de maestría y doctorado, a los investigadores, y escritores de libros, a los miembros de los partidos políticos y el gobierno en general, proporcionaba claves para tratar de transformar nuestra realidad sobre el avance de la educación en nuestro país, hacía hincapié en que los tiempos que nos toca vivir, los avances de la tecnología, la ciencia, la cultura, la conciencia de la sociedad deberán brindar soluciones a ese tipo de problemas, y que ese era el momento de manifestarlo, de exigirlo, de plantearlo y después de ese proceso de ¡Ganarlo! – Que había una condición – y que ésta era que ese trabajo de proporcionar educación a los productos de nuestra sociedad era un trabajo que nunca se le podrá dejar solamente a los maestros… que todos somos corresponsables del saber de los niños, después jóvenes, adolescentes, hombres y mujeres de nuestro país…
Los niños aprenden lo que viven en sus casas, si en el hogar existe amor, armonía, responsabilidad, equidad, justicia, diálogo, acción… (Y esto es secundado por la escuela, maestros, directivos…) entonces de ese mismo modo el niño responderá; igual que responde si carece de uno o más elementos de los enumerados; es decir, el niño, después joven, enseguida hombre maduro y al final anciano, mostrará lo que la sociedad le entregue en el trayecto de la vida, por tanto demos lo que debemos dar, para lo cual habrá que – en su caso – primero adquirir, para tener y poder proporcionar…
Me encontraba fuerte en el decir, y las orejas que me escuchaban se mostraban atentas al discurso, y prestos todos a ejecutar acciones en bien de la niñez y juventud mexicana…
Ahora que lo escribo, me doy cuenta de que faltan muchas palabras dichas en el discurso y que alentaban los espíritus de nuestra asamblea nocturna, quizá porque pasaron casi catorce horas después del sueño… sin embargo, no me gustaría dejar pasar la oportunidad de dejar escrito – aunque sólo sea una parte – de ese momento que viví, disfruté… en fin soñé…
La capacidad de soñar, nos lleva de la mano para la adquisición de realidades… es en fin, una de las habilidades superiores del conocimiento.
Bueno, hasta la próxima…
Adolfo Zúñiga García.